El sí de las niñas es una pieza de teatro moralizante, fiel al espíritu de la Ilustración, que entendía la literatura como un arte que debía entretener y al mismo tiempo enseñar algo provechoso, servir a algún propósito didáctico. Leandro Fernández de Moratín enfoca la obra como una comedia de enredo con final feliz y ajustado a la justicia natural: triunfa el amor sobre las maquinaciones que despliega la madre de la protagonista, con el único fin de obtener provecho económico.