Homo sum: nihil humani a me alienum p**o, dijo el cómico latino. Y yo diría más bien, nullum
hominem a me alienum p**o; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo
humanus me es tan sospe choso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano
ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre. El
hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y
duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano.