Pocas épocas como la nuestra se han visto sometidas a procesos de transformación que recorren por igual sus estructuras económicas, políticas, sociales y culturales. Estos procesos, que han venido a interpretarse bajo los conceptos de globalización y mundialización, son la causa de una nueva situación planetaria marcada por una creciente complejidad e interdependencia. Por ello, debemos identificar el pliegue, el momento en que el proceso condensa su complejidad, y replantear el destino de la cultura, recuperando no solo otros espacios de la experiencia, sino también la construcción de nuevos mapas para representar un orden de las cosas, más complejo y dramático del que estamos acostumbrados a pensar. Esta misma tensión recorre la cultura del proyecto entendida en su dimensión más amplia. La arquitectura y el diseño deben intervenir en la decisión sobre nuevas condiciones civilizatorias, construyendo nuevos lenguajes, dinámicas y sistemas a la altura de los tiempos.