El Padre Alfonso Gálvez ha escrito extensamente sobre la oración, tanto directa como indirectamente. En El Misterio de la Oración, ofrece una visión de la oración mística o contemplativa, afirmando que esta no puede aprenderse ni dominarse, pues es un don gratuito de Dios, concedido según su voluntad.
El Padre Gálvez se inspira en los grandes místicos de la Iglesia, como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Mientras estos santos describen la oración contemplativa desde una perspectiva más pasiva o de desapego total, el Padre Gálvez introduce una dimensión diferente: el papel fundamental de la humanidad de Jesucristo en la relación con Dios. A través de Cristo, el ser humano puede acceder al amor divino-humano, lo que permite una relación de amor basada en la reciprocidad. Este enfoque, según el autor, es un camino hacia la oración contemplativa: no una técnica a dominar, sino una vida vivida en el amor de Dios.
El amor es el centro de esta obra, y el Padre lo describe de manera concreta. Aunque recurre a imágenes poéticas y metáforas, la relación amorosa entre Cristo y el alma es un encuentro muy real. El compartir vida y sufrimiento con Cristo, ya sea en la alegría de la intimidad o en las penas de la cruz, conduce al alma a una "Perfecta Alegría."
El Padre también hace eco del amor expresado en el Cantar de los Cantares, destacando la belleza y ternura del amor divino. Aunque a veces las palabras no son suficientes, el Padre añade poesía propia a su obra para equilibrar la profundidad del tema con una belleza y luz necesarias en un mundo sombrío. Para él, la oración es un canto de amor.
Al final, el Padre reflexiona sobre cómo la escritura de esta obra ha nutrido sus propias ilusiones y deseos hacia Dios, en la esperanza de que, algún día, el Perfecto Amor llame a su puerta.