La obra teológica más profunda e importante de A. Gálvez lleva por título Comentario al Cantar de los Cantares y está dividida en dos volúmenes. En este primer volumen, dividido en una introducción y tres partes (los tres primeros versos del Cantar de los Cantares), el autor expone lo más específico de su pensamiento, a saber, su teoría teológico-metafísica del Amor Divino manifestado en el acontecimiento de la Encarnación. ¿Por qué Dios se hizo Hombre? ¿Existe un motivo que pueda ser añadido al motivo de la Redención por el cual Dios decidiera asumir una naturaleza humana en todo igual a la nuestra menos en el pecado? Y si lo hay, ¿en qué medida este motivo está relacionado con el fin último del hombre y la descripción de su esencia? Dios se hizo hombre en Cristo Jesús para que Dios expresara su Amor al hombre al modo humano y para que el hombre pudiera amar a Dios también al modo humano, con todo su corazón, con toda su alma y con todo su ser. La Humanidad de Cristo expresa la Divinidad de Cristo: "Felipe, quien me ha visto a Mí, ha visto al Padre". El rostro de Cristo, su mirada humana, son la expresión del Amor Divino manifestado al hombre more humano. Esta es, para A. Gálvez, la gran Revelación del Nuevo Testamento.
Al hilo de los primeros versos del libro sagrado, el autor expone los elementos principales de su teoría: el Amor es una relación eminentemente personal y sólo entre personas puede haber una relación amorosa. De aquí deriva la propuesta de una descripción metafísica del estatuto de persona, aquello que la hace incomunicable. Persona es aquel ente que puede entregarlo todo menos la misma capacidad de entregar. Evidentemente, esta teoría está fundamentada en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino y en la doctrina de la analogía, por lo que el autor se mueve del nivel divino del Amor en el seno de la Trinidad al nivel divino-humano de la relación del hombre con Dios en Cristo Jesus, para terminar en contadas ocasiones con una explicación del amor puramente humano.