Decadencia y caída, la primera novela de Evelyn Waugh, lo convirtió en una celebridad a los veinticinco años. Bajo un título tomado insolentemente prestado del venerable historiador Gibbon (Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano), el autor lleva a cabo —sin tomar partido, sin aportar juicios morales— un retrato ácido, aunque se adivina cómplice, de la juventud dorada de la época, de los children of the Ritz, una sátira del sistema educativo, un desopilante cuadro de costumbres inglesas antes de la Primera Guerra Mundial.
En la novela asistimos a la ascensión irresistible, a la caída y finalmente a la resurrección del joven estudiante de teología Paul Pennyfeather, desde su injusta expulsión de la universidad de Oxford por ultraja al pudor, hasta su fallido matrimonio con una extravagante aristócrata que se dedica a negocios inconfesables, pasando por su empleo como profesor en una memorable public school.
Una serie de situaciones enloquecidas, que oscilan entre la demencia apacible y la excentricidad total, conducen a Paul Pennyfeather a la prisión por proxenetismo y a una peculiar defunción.
En resumen, una farsa enorme, sembrada de irresistibles understatements, terriblemente british, que se ha conservado con extraordinaria frescura. A degustar, a ser posible, fumando un Dunhill y con un dedo de oporto.