Hoy hablamos de hongos, líquenes, ingeniería de bacterias, microbiota, inteligencia artificial. Ya no estamos en un mundo de objetos que responden a la voluntad humana, sino en uno de vivientes que se superponen con nosotros y nos generan desconcierto. ¿Son amigos o enemigos? ¿Cómo funcionan? Si el mandato de "modernizar" que nos trajo hasta acá buscaba cortar amarras con todo lo que parecía arcaico y proyectarnos, gracias a la ciencia, directamente al futuro, incluso hasta llegar a Marte, sabemos que esa mitología del vuelo y el dominio sobre la naturaleza quedó superada. Sin embargo, seguimos pensando con esas categorías gastadas, que ya no sirven para entender la realidad en que estamos inmersos.
En este libro que es legado, autobiografía intelectual y caja de herramientas para lectores inquietos, Bruno Latour se reconoce filósofo ante todo y nos explica que la gran tarea pendiente es ecologizar en vez de modernizar. Pero ¿qué significa esto? ¿Cómo entender la cuestión ambiental, que algunos niegan y otros no consiguen metabolizar? ¿Cómo explorar esta situación inédita y evitar que la gente entre en pánico y persista la desesperación política actual? Se trata de desplazar el eje de los modos de producción y distribución de la riqueza a las condiciones terrestres, atmosféricas, que los hacen posibles. Se trata ¡por fin! de aterrizar, de poner el foco en la habitabilidad del planeta.
Para salir del vértigo de la colapsología y recuperar poder de acción, Latour llama a aceptar que no hay cuestión ecológica que no sea asunto de disputa, y que el desafío es construir puentes entre prácticas políticas, artísticas, científicas, religiosas, jurídicas. Porque el trabajo es abrumador, nadie tiene la verdad y habrá que hacer de la angustia un motor de transformaciones.