La investigación acerca de los orígenes evolutivos de la comunicación humana, así como de su singularidad, implica reconocer un vínculo fundamental: el que une la estructura básicamente cooperativa de nuestra comunicación con la estructura netamente cooperativa de las interacciones sociales de nuestra especie. A partir de esta constatación y con el apoyo de sólidas investigaciones empíricas acerca de la comunicación gestual y vocal de los grandes simios y los infantes humanos, Tomasello muestra que la comunicación convencional solo fue posible cuando los seres humanos ya dominaban esos gestos naturales y poseían una infraestructura de intencionalidad compartida.