Elisandro es un niño normal, aunque no le gusta beber sangre, no sabe volar y se asusta fácilmente; en resumen, no es un buen vampiro. Para convencer a sus papás de que lo dejen ir a la escuela diurna, deberá someterse a varias pruebas absurdas y divertidas, mientras lidia con sus propios problemas: la luna llena le produce efectos muy raros y su perro Espagueti está misteriosamente desaparecido.