El infortunio de Ludovico Pimienta es grande: no sólo es huérfano, sino que además los tíos que lo acogieron son dueños de una tétrica funeraria. Por si fuera poco, alojan temporalmente a un primo tan adinerado como insoportable. Felizmente, Ludovico crea historietas, donde puede dar rienda suelta a su imaginación, aunque no sea en ninguna de las artes o ciencias en las que los adultos quisieran verlo involucrado.