Haciendo malabares entre la maternidad y el trabajo, Elizabeth Jordan trabaja como agente de bienes raíces y desea que su marido ayude más en la casa. Pero la creciente carrera de Tony como vendedor farmacéutico exige cada vez más de su tiempo. Al parecer lo tienen todo, una casa bonita en los suburbios, una hija preciosa; sin embargo, parece que no pueden pasar tiempo juntos sin dejar de pelear. Deseando obtener un nuevo listado, Elizabeth visita la casa de Clara Williams, una anciana viuda que empieza a formular preguntas divertidas y a la vez molestas acerca del matrimonio y de la fe. Sin embargo es el cuarto de oración de Clara, con sus paredes llenas de peticiones y respuestas, que tiene a Elizabeth intrigada; aunque no está lista para aceptar la recomendación de Clara de crear su propio cuarto de oración. A medida que las tensiones aumentan en el hogar, Elizabeth comienza a darse cuenta de que vale la pena luchar por su familia y que esta es una batalla que ella no puede ganar sola. Dar un paso de fe, poner las necesidades de su familia y sus futuros en las manos de Dios, puede ser su única oportunidad de recuperar la vida para la cual fue creada.