Doce relatos escritos de forma magistral entre 1991 y 1995 y que van desde la crónica de costumbres contemporáneas a los cuentos de fantasmas.
Lo primero que debe saber un escritor de cuentos es que nunca dispone de mucho tiempo y que el lector no admite que ese poco transcurra en vano. Si Javier Marías no lo sabe, al menos lo disimula, porque sus relatos no sólo complacen e interesan, sino que además turban desde su inicio. Al igual que en sus celebradas novelas, su prosa aquí es capaz de alcanzar en unas páginas una tersura y una tensión que apenas permiten apartar la vista, como si tuviéramos la cara pegada a un cristal y no pudiéramos retirarla con una mezcla de fascinación y zozobra.
En los cuentos de Cuando fui mortal nos encontramos con personajes y situaciones que formarán parte de nuestra imaginación: un médico español que visita de noche las casas parisinas de mujeres casadas; un guardaespaldas aficionado al hipódromo que deseará que haya muerto el hombre a quien protege; un fantasma que padece la maldición máxima de saber ahora cuanto ocurrió en su vida; una aspirante a actriz porno que aguarda la sesión de rodaje junto a su compañero de reparto a quien no conoce; un escritor que experimenta consigo mismo para poder escribir sobre el dolor más tarde; un hombre y una mujer asesinados por una lanza africana en un Madrid veraniego; un futbolista mujeriego, una señorita de compañía que amará a un fantasma a quien lee libros y otros que salen directamente de Corazón tan blanco o Mañana en la batalla piensa en mí, mostrando que los escritores de talento llevan siempre consigo su estilo y su mundo en sus visitas a cualquier género.
O quizá bastan las palabras del propio autor: «Sólo concibo escribir algo si me divierto, y sólo puedo divertirme si me intereso. No hace falta añadir que ninguno de estos relatos habría sido escrito sin que yo me interesara por ellos».