La delgada línea que separaba los negocios del placer no tardó en desaparecer... Cuando sorprendieron a la diseñadora Eva St George, a la que los medios consideraban salvaje y desvergonzada, con el magnate Dante Vitale, la noticia no tardó en aparecer en la prensa. Con una incipiente reputación que salvaguardar, ¿cómo podía negarse Eva a la estrategia que Dante le propuso para salir del paso? Desgraciadamente, la solución no era separarse, sino seguir juntos... El único interés del despiadado italiano eran los negocios. Si podían convencer a la gente de que estaban verdaderamente enamorados, ambos podrían aún conseguir lo que deseaban…