Un fuego que nunca se apagó...
Solo con ver al atractivo James Crawford, Harriet Wilde sintió que prendía en ella un fuego que ardió hasta que su padre la obligó a romper la relación. Aubrey Wilde no iba a permitir que su hija se marchara con un hombre al que él consideraba demasiado poco para ella. Diez años después, James se había convertido en el presidente de un imperio multimillonario y regresó para vengarse de la mujer que le había hecho sentir que no era lo suficientemente bueno para ella. Haría que Harriet experimentara cada gramo de la humillación que él había sufrido en el pasado. Sin embargo, lo único que James consiguió fue avivar las llamas de un fuego que había creído apagado…