En sus obras anteriores, Foucault no había definido lo que para él significa “arqueología”. Se dio cuenta de que era indispensable definirla por tratarse de una palabra peligrosa, que parece evocar las ruinas que el paso del tiempo va dejando y que permanecen fijas en su mutismo. Quiere hacer aparecer en su especificidad, el nivel de las “cosas dichas”: su condición de aparición, las formas de su cúmulo y de su encadenamiento, las reglas de su transformación, las discontinuidades que las escanden.