Si hay una disciplina espiritual que nuestros pulmones emocionales necesitan con desesperación es la adoración genuina y por eso incluso aquellos que dicen no creer en Dios intentan practicarla sin saberlo. La adoración genuina tiene muy poco que ver con las certezas y el canto y mucho más que ver con el misterio y el silencio de lo que sospechamos.
La práctica de la adoración bíblica es esquiva para la gran mayoría de los cristianos contemporáneos ya que la iglesia de las últimas décadas la ha reducido y desdibujado creando una simbiosis artificial de la adoración con el canto y las expresiones musicales y por eso este libro explora con agudeza cómo recuperar el peso, la profundidad y el rol de la adoración como el estilo de vida que necesitamos los cristianos.