Los pobres urbanos, en sus frecuentes encuentros con políticos, burócratas y funcionarios, aprenden a ser pacientes del estado. En forma recurrente se ven obligados a seguir los dictados del estado, y así reciben una sutil, y no explícita, lección diaria en la subordinación política. Interpretada en este sentido, la espera deja de ser tiempo muerto y se convierte en algo más que una mera acción represiva. La experiencia subjetiva de la espera y la práctica regular de hacer a los indigentes esperar a ser productivos son fenómenos que requieren un examen más detallado. En la línea de Michel Foucault y los escritos de Pierre Bourdieu el libro demuestra que el conocimiento implícito encarnado en estos pacientes del Estado revela actos de reconocimiento del orden político establecido. La lección más grande es por lo tanto, que la exposición habitual a largas demoras moldea un conjunto de disposición sumisa entre los pobres urbanos. El estudio está anclado en tres lugares precisos: Renaper, Agencia de Bienestar Social de la Ciudad de Buenos Aires y Villa Inflamable mediante entrevistas a los actores directamente implicados, llevadas a cabo por él mismo o sus colaboradores.