Antes de que sus experiencias con LSD y las andanzas al frente de los Alegres Pillastres contadas por Tom Wolfe en Ponche de ácido lisérgico le convirtieran en uno de los personajes más míticos de la cultura «underground» de los años sesenta, Ken Kesey ya había publicado dos magníficas novelas: Alguien voló sobre el nido del cuco y A veces un gran impulso. En especial, la primera se convertiría en una auténtica «novela de culto»: fue leída con pasión tanto en los campus universitarios como en las recién nacidas comunas hippies.
En 1960 Ken Kesey, entonces estudiante universitario, se ofreció como voluntario para los experimentos sobre drogas psicodélicas LSD, peyote, mescalina, etc. que los psiquiatras de un hospital californiano ensayaban para futuros usos terapéuticos. De esta experiencia personal nació Alguien voló sobre el nido del cuco. Su protagonista, Randle McMurphy, que se finge loco para escapar a los rigores de la cárcel, es destinado a la sala del hospital psiquiátrico que dirige Ratched, la sádica y todopoderosa Gran Enfermera. Le han condenado porque, como él mismo cuenta, «pelea y folla demasiado», McMurphy, vital, generoso, amoral y rebelde, librará desde el instante mismo de su llegada una guerra sin cuartel contra la Gran Enfermera y su sistema represivo. Las batallas serán divertidas y cruentas; algunos internos perderán en ellas la vida, y otros descubrirán los encantos del sexo, la bebida, la libertad y la rebelión permanentes. Quizás ahora, años después de su publicación, y acalladas las polémicas no precisamente literarias suscitadas por la figura de Kesey, pueda ser leída como lo que es: una extraordinaria novela en la mejor tradición de la gran literatura americana y un clásico de nuestra época.