La importancia de reflexionar
La reflexión ayuda a conocerse a sí mismo, a los demás y a controlar las emociones.
Las personas reflexivas analizan todo lo que les sucede y cuanto ocurre a su alrededor. Observan el comportamiento de los demás, conocen perfectamente su entorno y la forma de actuar de las personas que las rodean. Saben escuchar con calma y no intervienen hasta que conocen por entero la situación, y saben con claridad lo que desean decir o hacer.
Tienen control de sus emociones, no actúan con precipitación ni con ligereza, sino que meditan todas las decisiones que necesitan tomar; analizan las diferentes alternativas, sus ventajas e inconvenientes, y con base en ello deciden.
Todas sus actuaciones son fruto de una profunda reflexión; meditan todo cuanto les acontece con detenimiento. Reflexionan no sólo sobre su presente y las circunstancias actuales, sino también sobre su futuro y lo que esperan de él, por lo que tienen objetivos claros y definidos.
Si algo tienen prohibido los seres humanos es vivir sin reflexionar. Por lo menos una vez al día debemos detener nuestra acelerada vida y observar hacia dónde corremos y qué estamos pisando al correr, pues ésta es una vida de prioridades. Lo importante no es correr, sino saber hacia dónde estamos corriendo. No sea que estemos dirigiéndonos hacia el polo opuesto al cual debemos ir.
Una clave para un exitoso proceso de superación personal es elaborar un plan que nos permita liberarnos de las cosas que nos impiden salir adelante. Sin un plan es muy difícil demostrar a Dios que estamos realmente comprometidos a cambiar en el futuro. Debemos evaluar dónde estamos ahora y hacia dónde debemos dirigirnos. La expresión hebrea para esta evaluación es Jeshbón Hanefesh, que significa “balance espiritual”.