Jesús era un ingenioso narrador y un maestro intuitivo que usaba imágenes de la vida cotidiana para suscitar el interés el su mensaje sobre el reino de Dios. Pero la vida en Galilea y Judea en el siglo I era muy diferente a la nuestra, y numerosas interpretaciones tradicionales de los relatos contados por Jesús no solo ignoran esta diferencia, sino que también les imponen a menudo importantes puntos de vista antijudíos y sexistas. Como escribe la eminente biblista Amy-Jill Levine en esta obra: "Jesús exigía a sus discípulos no solo que escucharan, sino que también pensaran. Lo que convierte a las parábolas en un misterio, o una dificultad, es que nos desafían a indagar en los aspectos ocultos de nuestros valores, de nuestra vida. Sacan a la superficie preguntas no hechas y revelan las respuestas que siempre hemos conocido pero que nos oponemos a reconocer. La religión ha sido definida como una realidad concebida para consolar a los afligidos y afligir a los que viven cómodamente. Actuamos bien al pensar que las parábolas de Jesús están destinadas a afligir. Por consiguiente, si al oír una parábola pensamos «me gusta sinceramente» o, peor aún, no percibimos ningún desafío, entonces es evidente que no estamos oyendo suficientemente bien". En este riguroso, entretenido e instructor libro, Levine analiza las parábolas más conocidas de Jesús, poniendo al descubierto sus profundidades ocultas, sacando a relucir sus interpretaciones erróneas y mostrando cómo pueden seguir desafiándonos y provocándonos dos mil años después.