Escrito el mismo año en que testificó ante la Comisión Monetaria de Austria-Hungría, y publicado en inglés en 1892, Carl Menger explica que no son los edictos del gobierno los que crean el dinero, sino el mercado. Los individuos deciden cuál es el bien más comercializable para usarlo como medio de intercambio. «El propio hombre es el principio y fin de cada economía», escribía Menger, y así pasa cuando se decide qué se va a usar como moneda.