Si el hombre que tiembla ante la muerte es un cobarde, el que
que juega con ella es un necio. Hay mil veces más
racionalidad en el que tiembla que en el que juega.
Hay un fenómeno en el mundo racional que merece la pena
digno de consideración, investigación y solución: la extraña y fatal insensibilidad
la extraña y fatal insensibilidad de los hombres al gran
hecho de que son mortales. Puesto que es infaliblemente cierto
que deben morir y morirán, y siendo la muerte un acontecimiento tan
solemne, ¿cómo es que tan pocos piensan seriamente en ella
piensen seriamente en ella, o se preparen realmente para ella?