Pese a que Nicholas Brisbane le había advertido que se mantuviera lejos de él, lady Julia Grey apareció en la finca que el distante y atractivo detective había heredado en Yorkshire. Así, ambos se vieron obligados a compartir aquella casona en ruinas con las últimas descendientes de una familia de ilustre linaje, que había mantenido bien ocultos sus secretos. Después de haber perdido la fortuna familiar y de haber caído en el olvido social, lady Allenby y sus hijas dependían de Brisbane. Aquellas mujeres estaban a la deriva, arrastradas por los vientos del pantano, incapaces de cambiar su propio destino.
En el corazón podrido de Grimsgrave había un misterio que tal vez lady Julia tuviera que desentrañar sola, ya que Brisbane estaba fuera de combate a causa del veneno que alguien le había suministrado. Sin embargo, la sangre hablaría, y antes de que la primavera llegara a los páramos del norte, lady Julia habría descubierto un antiguo legado de maldad.