«Una de las grandes novelas del siglo» (Rafael Conte, El País)
Bella del Señor es una de las cumbres novelísticas de nuestro siglo, obra de Albert Cohen, un autor inclasificable y desconcertante que ha sido comparado con Shakespeare, Proust, Musil, Céline y Charlie Chaplin. Situada en Ginebra y en Francia, en 1936, en una época en que el antisemitismo alcanza en Alemania su paroxismo, Bella del Señor relata, con lirismo romántico unido a una ironía feroz, la relación exasperada entre Solal, judío, alto funcionario de la Sociedad de las Naciones, y Ariane, la aristócrata aria casada con un subordinado de Solal, desde su encuentro hasta la agonía final, pasando por la conquista, la pasión y la implacable degradación de los sentimientos. Para combatir la saciedad, los amantes recurren a todos los medios: celos retrospectivos, humillaciones morales y todas las recetas eróticas: este libro de amor es también un retrato de los horrores de la carne. Tanto por el análisis de los celos como por el relato de la seducción o por su pesimismo radical, casi metafísico, respecto al mito del amor puro, Albert Cohen, en esta búsqueda del Absoluto a través del amor, nos ha dejado páginas que pertenecen ya a la leyenda y que durante largo tiempo continuarán forjando la sensibilidad de lectores y lectoras. «Un monumento, una milagrosa y prodigiosa obra maestra que lo iguala a los más grandes novelistas de la literatura universal... Se impone con la misma necesidad clásica que Shakespeare, Proust, Rebelais, Joyce o los grande profetas del Antiguo Testamento» (Claude Lanzman). «Sin discusión, Bella del Señor es la obra maestra de la literatura amorosa de nuestra época» (Bernard Pivot, Lire). «Amor, humor, lo lírico y lo cómico: los dos resortes sabiamente entremezclados de la obra maestra de Albert Cohen desencadenan una inimitable danza de la vida y de la muerte... Poeta y clown, Albert Cohen nos ofrece un trampolín desde el cual saltar hasta las estrellas, pero no tiende la red para recibir al acróbata: así, el salto del ángel concluye en salto de la muerte» (Claude Roy).