La aproximación a cualquier estudio académico y científico sobre el Gobierno y la Administración Pública en las democracias contemporáneas debe comenzar necesariamente por su interpretación como unos componentes esenciales del Estado, que desempeñan un importante cometido: la materialización de los fines estatales. Por tanto, a través de estas instituciones, el Estado o el Leviathan se hace visible, ejerce su poder y actúa con la sociedad, dejando de ser «una idea superior y abstracta» para pasar a convertirse en una «realidad identificable y perceptible» por los ciudadanos. Además, el Gobierno y la Administración Pública, como elementos del Estado, se caracterizan, al igual que éste, por ser productos históricos y contingentes, por lo que su concepción ha variado a lo largo del tiempo en función del contexto social, político, económico y cultural de cada país. De este modo, las transformaciones del Estado contemporáneo en el mundo occidental han repercutido e impactado también en la organización y el funcionamiento de sus instituciones, y en la forma de dirigir y de relacionarse con la sociedad.