Ante la adversidad, Mildred Pierce no es de las que se queda de brazos cruzados. Por eso no duda en pedirle a su marido que haga las maletas y se marche de casa cuando siente que su matrimonio se ha acabado. No va a cambiar de opinión, aunque ella no tenga trabajo, debe mantener sola a dos hijas y Estados Unidos esté sumido en la Gran Depresión.
Mildred sabe que a partir de ahora deberá trabajar duro, pero tiene un fuerte espíritu independiente, unas aspiraciones muy firmes y una excepcional habilidad para la cocina y los negocios. Su única debilidad son las personas a las que quiere y que la pueden destruir.