Renato es un trabajador que se cría en la posguerra y comienza su vida laboral a los catorce años. Un obrero que funde electrodos en miles de chispas a pocos pasos de gigantescos tanques de petróleo. Un hombre que respira zinc, plomo y buena parte de la tabla de elementos de Mendeléyev, hasta que una fibra de amianto llega a su pecho.
El autor del libro es el hijo de Renato. Vive su infancia jugando al fútbol callejero dentro de la abandonada planta siderúrgica de Ilva, en la ciudad de Follonica, para luego pasar de las certezas del trabajo manual de su padre a la precariedad de los trabajos cognitivos.
Alberto Prunetti revive la historia laboral de Renato, el orgullo de quien se sabe dominador de un oficio, la lucha por el reconocimiento del amianto como causa de su enfermedad. Y lo hace desde dentro, sin "paternalismo, condescendencia, obrerismo sentimentalizado o superioridad moral", afirma Isaac Rosa en el prólogo. Una historia terrible y paradójicamente vitalista, ensamblada a partir de fotografías, recuerdos y canciones, a imagen de las máquinas con las que cada día pelea Renato.