«Se van al vestuario juntas y abren las taquillas en silencio. Había planeado ducharse antes de irse a casa, pero ver a Tilda desvestirse por el rabillo del ojo es demasiado para ella. Con la cara roja como un tomate, se pone la sudadera y se cambia las deportivas para hacer ejercicio por sus Converse habituales. Una y otra vez, se repite a sí misma: «¡no mires, no mires!», ya que es lo único que quiere hacer mientras Tilda se quita la ropa deportiva sudada y se lava el cuerpo hasta dejarlo reluciente».Natalia se ha apuntado al gimnasio por primera vez y se siente como un pez fuera del agua. Insegura por su aspecto, se pregunta si debería tirar la toalla, hasta que conoce a Tilda, alguien con un físico similar al suyo pero sin ningún atisbo de inseguridad. Mientras Tilda ayuda a Natalia a conocer mejor el gimnasio, un deseo ardiente va creciendo dentro de Natalia. Cuando Tilda le propone verse en el gimnasio por la noche, Natalia no se lo piensa dos veces.-