Los turbulentos días de mayo de 1810 han quedado lejos. Tras ser uno de los representantes de la Primera Junta y el gran orador de la Revolución, Juan José Castelli está confinado en su casa, derrotado como hombre político y consumido por una enfermedad que lo llevará a la muerte. Con las pocas fuerzas que le quedan, escribe ahora, sus pensamientos y recuerdos.