"Durante todo el dÃa 24 de diciembre los hijos del consejero médico Stahlbaum no habÃan podido entrar en la sala principal y menos aún en el salón de gala contiguo. Fritz y Marie estaban agazapados en un rincón de la salita de atrás; el oscuro crepúsculo habÃa hecho ya su aparición y sentÃan mucho miedo, pues, como solÃa ser habitual ese dÃa, no les habÃan llevado ninguna luz. Fritz, susurrando en secreto, le contó a su hermana pequeña (acababa de cumplir siete años) que, desde por la mañana temprano, habÃa estado oyendo ruidos, murmullos y suaves golpes en las habitaciones cerradas. Que no hacÃa mucho un hombrecillo oscuro habÃa pasado por el pasillo a hurtadillas con una gran caja bajo el brazo, pero que él sabÃa de sobra que no era otro que el padrino Drosselmeier".
Asà comienza el cuento clásico que Hoffmann compuso para los hijos de su amigo Julius Eduard Hitzig: Marie y Fritz, quienes, como señala la traductora, Isabel Hernández, en su epÃlogo, "no son solo niños, sino que como tales representan algo mucho más valioso y que es ni más ni menos la poesÃa romántica frente al mundo racional de los adultos".