Tony estaba lejos de ser el hombre perfecto, pero un día las deudas acumuladas por su afición al juego llaman a su puerta, y la cosa se pone mucho peor. Lilli nunca habría deseado que muriera, pero cuando un accidente de coche acaba con la vida de Tony, Lilli se da cuenta de que tendrá que criar a su hijo sin él. Al menos agradece que el hermano de Tony, Max, quiera ayudarla. Pero, ¿seguirá el millonario a su lado si resulta que Tony no es el padre?