Han pasado a la historia como una familia cruel y deseosa de poder, además de salir de situaciones que parecían perdidas. Juan, Rodrigo, Lucrecia o César Borgia son algunos de sus miembros más conocidos. Con la llegada al trono papal de Rodrigo de Borja, bajo el nombre de Alejandro VI, en 1492, empezaron las intrigas y disputas entre los pequeños estados en los que estaba dividido el territorio hoy en día conocido como Italia. Los Sforza, los Orsini o los Farnesio fueron, a la par que aliados, enemigos de los Borgia. Se dice que el Papa Alejandro VI tuvo la idea de aumentar los Estados Pontificios a gran parte del territorio italiano y pasando a su dinastía los derechos -tanto los territorios cómo la jefatura de la Iglesia Católica-, aunque es tan sólo una hipótesis. Tras la muerte de Alejandro VI (1503), probablemente envenenado por su sucesor Pío III, su hijo César -personaje en el que se inspiró Maquiavelo para escribir El príncipe- huyó a Viana (Navarra) y murió combatiendo junto a su cuñado, el rey navarro Juan III de Albret. Mientras, su hermana Lucrecia continuó la labor de mecenas de su padre en Ferrara.