La Revolución de 1952 elevó al máximo dirigente sindical minero al rango de ministro de Estado. Pero el cambio semántico de "mineros" a "ministros" evoca también la subordinación de los mineros a la deidad diabólica del subsuelo, que los convierte en verdaderos ministros del diablo. Para ellos, la extracción minera es una actividad ritualizada, auténtica peregrinación y recorrido iniciático que fusiona el cristianismo sincrético de los Andes con antiguas prácticas chamánicas: poseído por la deidad diabólica de las velas, el propio minero se vuelve diablo y se une sexualmente a la mina para producir mineral. Este libro, resultado de una larga investigación de campo en las míticas minas de plata de Potosí, explora el sentido del trabajo extractivo para los mineros e indaga las articulaciones entre el universo religioso y otros parámetros de la experiencia minera (relaciones de trabajo, cambios tecnológicos, configuraciones identitarias y de género, así como las movilizaciones políticas) en un contexto en el que los poderes del diablo obrero dialogan en contrapunto con el mercado internacional de los metales.