En La tabla rasa, Steven Pinker explora la idea de la naturaleza humana y sus aspectos éticos, emocionales y políticos. Demuestra que muchos intelectuales han negado su existencia al defender tres dogmas entrelazados: la «tabla rasa» (la mente no tiene características innatas), el «buen salvaje» (la persona nace buena y la sociedad la corrompe) y el «fantasma en la máquina» (todos tenemos un alma que toma decisiones sin depender de la biología). Pinker aporta calma y serenidad a estos debates al mostrar que la igualdad, el progreso, la responsabilidad y el propósito nada tienen que temer de los descubrimientos sobre la complejidad de la naturaleza humana.